Estamos despertando a la muerte

Durante la ola de calor del verano de 2016 un niño de 12 años murió en un lugar remoto de Siberia a consecuencia del ánthrax ¹. Al menos otras 20 personas fueron diagnosticadas con el mismo bacilo, potencialmente mortal, y más de 2.300 renos murieron por la infección. La razón era obvia, pero sorprendente. Un reno infectado se había mantenido congelado en el permahielo (también conocido como permafrost) por unos 75 años. Pero este hielo se había derretido, liberando esporas del bacilo de ánthrax en el suelo y agua de los alrededores y por lo tanto en la cadena alimenticia. El brote fue el primero de la región en 75 años.

Durante años distintos investigadores habían predicho que uno de los efectos del cambio climático podría ser que aquello que hubiera sido atrapado en el permafrost podría ser liberado por el aumento de las temperaturas ². Esto incluye peligrosos agentes infecciosos, contra los cuales los humanos pueden no ser inmunes, como la peste negra, el ánthrax, la viruela o la gripe española. Y estas son sólo las que conocemos. No existen registros de las enfermedades que afectaban a nuestros ancestros.

Ahora esta teoría se está confirmando. Microorganismos infecciosos están saliendo del congelador y esto está ocurriendo rápido. De acuerdo con los científicos de la Universidad de Alaska-Fairbanks y el Instituto Alfred Wegener de Potsdam, el permafrost está derritiéndose a día de hoy a unos niveles no esperados hasta 2090 ³. Partes del permahielo que se congelaron hace miles de años se están derritiendo ya, liberando enfermedades infecciosas y una considerable cantidad de gases de efecto invernadero (GHG) en la atmósfera. Esto último se considera unos de los principales puntos de inflexión del cambio climático.

El mensaje es claro: ¡tenemos que actuar ahora para evitar lo peor!